FICHA
ANTROPOLÓGICA
Los primeros europeos que cruzaron tierras del Plata vieron a estos
grandes cánidos,antiguamente mucho más extendidos
hacia el sur que en la actualidad , y los creyeron lobos. El cronista
Gonzalo Fernández de Oviedo decía, recogiendo versiones
de la época ,que había en estas tierras " lobos
mayores que grandes alanos", comparándolos con aquellos
enormes perros mestizos de dogo y lebrel, tan populares en su tiempo.
Los guaraníes se acercaron más a la verdad denominándolos
en su lengua aguará guazú. Estos animales fueron originalmente
cazados por distintas causas. No sabemos si los tehuelches septentrionales
o pampas que estuvieron en contacto con estos animales en la actual
provincia. De Buenos Aires encontraron utilidad en los gueken,como
los llamaban en su lengua. Otros pueblos aprovecharon su piel. Los
abipones del chaco,por ejemplo, los buscaban por tal motivo, aunque
no está claro qué prendas confeccionaban con ese material;
en cambio los mocovíes-emparentados culturalmente con ellos
al parecer no usaban estas pieles. Entre la población criolla
de la época colonial, los cueros de aguará guazú
solían destinarse para hacer cojinillos o sobrepuestos de
montura,en tanto que su olor algo fuerte desalentaba su empleo en
prendas de vestir. Por otra parte se atribuía a esa piel
propiedades curativas; hasta no hace demasiado tiempo se consideraba
en el Nordeste que los cojinillos hechos con ella tenían
la virtud de curar o prevenir los hemorroides (dolencia particularmente
molesta para quienes se trasladan frecuentemente a caballo) y también
se afirmaba, al menos en el siglo XVIII,que para calmar los dolores
producidos por la artritis o los cólicos era excelente taparse
con una cobija hecha con este material, que producía un calor
especialmente beneficioso. Actualmente, su uso se ha documentado
en la provincia de Formosa, donde los tobas la emplean para hacer
mocasines en las expediciones de caza. También los criollos
del Nordeste matan a estos animales, si se les ponen a tiro, para
vender su cuero que, si bien no tiene la demanda sostenida que existe
con los zorros, también puede comercializarse.
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